EL PERSONAJE DE MI CUERPO

Este personaje se llama “El Cuerpo”, es una alusión al estuche de piel, en el que atravesamos la experiencia de la vida, al cual debemos amar profundamente, alimentar con amor y consciencia, cuidar cuando se enferma, masajear cuando se estresa, asearlo cuidadosamente, dejar de juzgarlo como el culpable, el pecador, la carne débil y simplemente entender que tiene almacenado en su ADN el rastro de miles de años de evolución, de millones de antepasados que lo hacen desear el placer, temer extinguirse, procurar auto protegerse. El cuerpo por si mismo tiene una inteligencia propia, una voz de intuición que no sabemos escuchar siempre bien, el cuerpo por si mismo, es un cuerpo y una persona, que todos los días debe convivir, con la mente (a veces tan ruidosa) y con el espíritu (a veces tan silencioso que se puede ignorar que existe). Dibujar “El Cuerpo” es una forma de agradecerle, de sanarlo, de integrarlo y de estar un poquito más tranquilo dentro de él.

La idea de este personaje vino una noche mientras cocinaba mi almuerzo para llevar al día siguiente al trabajo, el pensamiento me preguntó si no me daba mucha pereza llegar tan cansado de trabajar a tener que ponerme a cocinar, pero yo sentí como respuesta en mi corazón, que lo estaba haciendo con demasiado amor, procurando al día siguiente sentirme muy feliz cuando llegara el medio día y tuviera que abrir mi coca, pero también, procurando usar ingredientes que me alimentaran muy bien, como procuro hacerlo desde que dejé la carne. La verdad sí que me gustaría tener más tiempo para salir con Caro, dibujar, leer, escribir, hacer yoga y ver pelis. Pero en el ejercicio de priorizar que desde hace algunos meses vengo aprendiendo, sé que al cuidado de “el cuerpo” (incluido el ejercicio, la meditación, el descanso y todo lo indispensable) se le debe abrir un buen tiempo en la agenda.

Yo personalmente suelo darle más duro de la cuenta al cuerpo con “el pensamiento” que es un personaje que ya después conocerán, pero sé que seguramente a más de uno nos pasa, hace días, mientras leía a Cabizbaja, una ilustradora que admiro mucho, hablando acerca de sus miedos, sentía una profunda identificación y un poco de tranquilidad de saber que no soy el único. 

Acá van algunos de esos miedos que comparto con Cabizbaja y que me golpean el cuerpo cada vez que los dejo entrar: Cuando viajo a veces me estreso más de la cuenta pensando que me podré enfermar de algo grave y tener problemas para volver a casa, hace algunos años me hicieron un proceso médico en el corazón y con frecuencia estoy pensando que sufriré un infarto, tengo miedo a perder la vista, a sufrir una enfermedad terminal, a tener diarrea lejos de un baño, a tener que soportar un dolor que no se pueda curar, a veces confundo el cansancio con la depresión y sufro de pensar en enfermedades psiquiátricas como las que alguna vez me hicieron creer que tenía. Algunos de estos miedos son ridículos y otros un poco más dramáticos, pero al final todos son iguales, IMAGINARIOS.

Lo bueno es que nada de esto nunca ha pasado, mi cuerpo, como un avión trasatlántico es fuerte y me ha sabido llevar bien a todas las partes que he querido, no ha permitido que la mente materialice en él ninguno de sus miedos, mi cuerpo es una verdadera máquina, toda una maravilla. Hoy desde aquí le hago un homenaje, lo saco a relucir e invito a otros a conectarse de manera especial y única con su estuche, con su nave… acarícienla, denle besos, consiéntanla y estén en paz con ella, les aseguro que es más impresionante de lo que cualquiera de nosotros nos imaginamos. Feliz viaje a bordo de si mismos, en el contenedor del universo que llevamos dentro.

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